Así aprendí a mantener la calma en un momento de peligro

© Calle de Bocachica.
Una experiencia dramática me llevó a comprender que la vida consiste en el día que uno está viviendo. Ni uno más, ni uno menos.
Un día mientras me bañaba, como iluminada por el agua que me caía en la coronilla de la cabeza, entendí por qué se dice que deberíamos vivir cada día como si fuera el último de nuestra vida. No era por la posibilidad de morirnos al día siguiente, como llegué a pensar: ¿Para qué preocuparse por lo que va a pasar un día en el que uno ya no va a estar vivo? No.