La casa, más que un espacio físico

© Magda Páez Torres
Esta coyuntura nos desempaña, de a poco, el espejo de la realidad, los no tan pequeños y valiosos lujos que tenemos.
Hoy, resguardada en mi pequeño universo, pienso en la enorme bendición de tener una casa, un hogar, un punto de aterrizaje; cincuenta metros de este mundo para guarecerme, aunque con la nostalgia de estar lejos de los míos. Es extraño, pero he comprobado que “la casa” se convierte en un abrigo para el alma, en medio de cualquier crisis o adversidad que afrontemos.